Es común que el propietario descuide estas labores, bien por desconocimiento o por dejadez, exigiendo al herrador esta tarea y dando por hecho que el caballo deberá aprender por inundación sin usar la habituación. Grave error.

Los tiempos los marcará el alumno

Enseñando a dar manos y pies

Pedirle las manos y los pies al potro es obviamente uno de los aprendizajes más necesarios junto con saber andar correctamente del ramal y parar. Curiosamente son tres de las “domas” más descuidadas y que más se echan en falta en caballos de todos los niveles. La verdad es que si no tenemos estos cimientos bien, ¿cómo podemos pensar en construir unas buenas paredes o incluso un segundo y hasta un tercer piso?

Desde el punto de vista de un herrador o «trimmer» de pies descalzos, esta necesidad de tener aprendido el dar anteriores y posteriores, se hace si cabe aún más patente. El buen desarrollo del resto de la jornada laboral depende muy directamente de ello.

Es común que el propietario descuide estas labores, bien por desconocimientyo o por dejadez, exigiendo al herrador esta tarea y dando por hecho que el caballo deberá aprender por inundación sin usar la habituación. Grave error.

El caballo como presa que es sufre un terror ancestral a tener inmovilizadas sus extremidades, su arma de defensa personal, presta para el escape de cualquier amenaza. Igualmente estará reticente a no tener libre su cabeza para poder mirar los ángulos que de otra forma se le escapan. Esto ocurre cuando nos ponemos en posición de herraje, o manejamos herramientas desconocidas.

Ha llegado el momento

Confianza y gusto por hacer las cosas

El momento más apto para mostrar todos estos ejercicios es, como no, en el potrillo. Incluso antes de pensar en montarle o trabajar con riendas pie a tierra. En cuanto hayan aprendido a respetar nuestro espacio y sepan estar parados (notese que no necesariamente atados), es el momento de pedirle las extremidades.

Empezaremos por habituar con suaves caricias ( no palmadas, que de primeras lo pondrán nervioso) siempre de adelante a atrás y de arriba abajo.
El primer objetivo es que acepte retrasar nuestra posición hasta la cruz y grupa sin necesidad de buscarnos con su cabeza.
Seguidamente pondremos una meta a la que llegar con nuestras caricias, los menudillos y más allá los cascos, punto “Y”. Y un lugar de partida que sea seguro para el potro que puede ser la cruz, punto “X”.

Entre el punto “X” y el “Y” dividiremos la distancia a recorrer en por ejemplo 5 puntos a saber:
• Punto 1: codo
• Punto 2: antebrazo
• Punto 3: rodilla
• Punto 4: caña
• Punto 5: menudillo

Iremos recorriendo la distancia desde el punto seguro “X” pasando por los 5 puntos descritos hasta la meta en el punto “Y”. Siempre observando si el potro acepta el avance, y sino, parando y volviendo a empezar desde el principio.

Es importante que dejemos que el potro nos huela y se cerciore de que no somos un peligro y claro: que este quieto. Por ello quiza el mejor momento para empezar sea cuando este relajado comiendo su heno o pienso.

Es muy común que al llegar al alcanzar nuestra meta el casco, el potro lo alce más por evitar nuestra molestia. Entonces simplemente premiar este aún leve gesto (un claro halago con la voz es suficiente) y reiniciar el ejercicio. Ya hemos ganado mucho, ahora solo hay que hacerle ver que se trata de dejar esa extremidad en el aire más tiempo.

Para ello la próxima vez sostendremos el casco una vez lo levante. Entendemos por sostener, dejar que el casco descanse en nuestra mano y si es necesario movernos con la extremidad si esta se mueve. Pero no agarrar inmovilizando y no luchar contra el movimiento natural del potro. Una vez logradas varias repeticiones correctas, podemos aguantar la extremidad en posición de herraje según sea de manos o de pies Un error al pedir el casco y al sostenerlo es agarrar enfrentando nuestro pulgar en el acto común de coger algo. Por eso hay que hacer hincapié en que solo sostenemos, es decir el pulgar está pegado al resto de dedos y la palma de mi mano.

En el caso concreto de sostener los posteriores el método es el mismo, con cierta variante a saber: Llegado el punto en que ya eleva la extremidad a nuestra orden, debemos darle apoyo. Para ello de la manera más suave sostenemos con nuestros dedos su lumbre de forma que flexionamos a la altura del menudillo y a la vez apoyamos el casco sobre nuestra rodilla más cercana. De esta forma el potro dejará de mover la extremidad en vilo. Esta posición con nuestras rodillas juntas y algo flexionados es la más cómoda y segura para ambos. En caso de que el animal se mueva, yo me muevo con él manteniendo sostenido el posterior flexionado sin quitar el apoyo.

De aquí en adelante es muy importante saber premiar al caballo en el momento correcto ni un segundo antes, ni uno después. Y lo que queremos es que el caballo sepa que le estamos pidiendo que mantenga la extremidad en vilo. Por ello le premiaremos cuando está en alto y después de haber aguantado unos segundos antes de soltarla. No premiar cuando la extremidad ya ha vuelto al suelo. Pues así solo le enseñamos a dejarla caer antes cada vez.

El premio puede hacerse con comida, en este caso hay que ser muy exacto en el tiempo de premiar y no estar dando comida antes ni después de dicho momento. Es buena idea que un ayudante dé el premio de comida exactamente cuando se lo diga quien pide y aguanta el casco del caballo.

Otra buena práctica es presentarle las herramientas de herrar antes de “meterse debajo del caballo” y dejar que las huela y experimente sus sonidos desconocidos.

No olvidemos que se trata de un aprendizaje más y los tiempos los marcará el alumno. No hay que plantearse más objetivos que los que el potro asimile en un clima de tranquilidad. Si hay problemas: parar, tranquilizar y volver a intentar mañana quizas despues de un buen paseo de la mano. Buscamos siempre la confianza del potro y el gusto por hacer las cosas que le pedimos.

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